A partir del siglo XVI, cuando la heráldica ya ha perdido su sentido militar, empiezan a introducirse en las armas rasgos naturalistas, como puede verse en el escudo, que además aparece muy adornado: acolado a unas tarjas que lo enmarcan, y con una cimera hiperdesarrollada.
Bibliografía: GARCÍA CARAFFA, A. Diccionario y genealógico de los apellidos españoles y americanos. Madrid, 1920